Ahora que te vas y yo me quedo aquí,
llega a acompañarme la soledad
y siento sobre mi rostro el soplo frio
del viento,
la desolación y el dolor interior
y no hay nada más que una perfecta
privación de ti...
Ahora que te vas y no estarás aquí,
como deshago mis pensamientos,
como conjuro el tiempo
para no pensar en ti!!!!
ahora que te vas y yo me quedo aquí,
ahuyentando los fantasmas del ayer,
anhelando el roze de tu piel,
el eco de tu voz, el dulce sabor
de tus besos de miel...
Ahora que te vas,
te llevas mi corazon escondido entre
tus bolsillos para que así, escuches
sus locos latidos...
Ahora que te vas, mis ojos largamente
miraran aquella rosa con una sed
de amarte con este amor que me consume
y me domina sin medida...
Ahora que te vas!!!
No tengo palabras suficientes para
decirte....
Amor!!
como te voy a extrañar...
Quiéreme así, completa
con todos mis matices
no me recortes.
Si me quieres
son tuyas mis luces
y mis sombras.
Los colores que pinta
mi alborada
mis crepúsculos
los ocasos de mi vida.
Si me quieres
quiéreme oscura y clara
verde, y roja y gris.
Rubia o morena
pelirroja.
Cuando soy alta
y cuando me encorvo
en el silencio
y en alborozo.
Cuando abro la ventana
y cuando lloro
cuando te miro
y cuando cierro los ojos.
Es que si no...
si no puedes amarme entera
mejor déjame ir.
Lo distinto del universo...
yo tengo mi propio universo!
Si estas conmigo...
Salir de mi verdad,
Y entrar en mi fantasía,
Uso de mi silencio,
Siempre te nombro,
Silencio...
En mi poesía critica, moribunda
Que agoniza cada día al despertar,
Y tu adiós de mi adiós...
Cuando te atreves a mirarme
reencarnas este poema,
En tantas vidas!
negra vida,
blanca vida,
Amor de mi vida!
Corro al desespero para que me ayude,
aliento...
Pero recibo el adiós amargo
no tengo corazón,
no te tengo pedacito de hielo
te amo...
Adiós.
“Solo deseo apagar la luz, para crearte de la etérea voz del silencio, inventarte de la nada llenando cualquier vacio con el roce del encuentro”
El Otro Sentido
Casi cada día, regreso temblorosa a la realidad.
Despierto de sueños, la mayoría de las veces, no muy gratos, para descubrir una realidad similar.
Me obligo a seguir mi rutina, casi ya aceptada, pero también odiada.
Veo el día pasar tras un velo de distancia, como si nada fuese conmigo, como si yo no estuviese ahí.
Al menos, las penas se muestran distantes. Al igual que las alegrías.
El tiempo, simplemente pasa, discreto, pero a la vez constante e imparable.
Acaba el día, y regreso donde siempre, viniendo de donde casi siempre: un lugar en el que no quise estar, pero al que casi inevitablemente voy a regresar.
Me derrumbo, intento descansar.
Y acompañado por la tranquilidad, también intento olvidar.
Y es entonces cuando te busco y, por suerte, casi siempre te encuentro.
Y al sentirte en la distancia, sonrío, casi cada día, por primera vez al escribirte...
Te echo de menos...
